La sociedad tiende a polarizarse con respecto a las cuestiones más variadas. Unos aman la siesta y otros la desprecian. Mientras unos beben los vientos por el café, otros son fanáticos de la bebida de cacao desde la más tierna infancia. Lo mismo ocurre con respecto a la moda de baño: hay aferrados defensores de los albornoces frente a sus enemigos declarados, los fans de las toallas.

Por supuesto que todo depende de los gustos y a menudo de las costumbres que uno haya adquirido desde joven, pero hay muy buenas razones para dejar atrás la toalla y abrazar el albornoz como nuevo amigo en nuestro baño.

1. El albornoz se adapta al cuerpo. Resulta obvio decirlo pero es tan práctico que ésta debía ser, sí o sí, la primera razón de la lista. Una toalla es recta y resbala sobre la piel mojada. El albornoz se adapta a ti y es mucho más confortable.

2. Te protege de posibles situaciones embarazosas. Tiene mucho que ver con el primer motivo y es que todos hemos visto alguna película (cuando no alguna situación real) en la que alguien salía apresurado de la ducha, se ponía la toalla y, delante de la audiencia más inadecuada, ésta decidía reposar en el suelo. Con un albornoz y su seguro cinturón es imposible que te veas en una de estas situaciones.

2. Es específico para el baño. Eso quiere decir que siempre vas a disponer de él cuando salgas de tomar una ducha. Sin embargo las toallas son de uso diario y según el poco tiempo que tengas, la vida ajetreada del hogar o mil razones más, es posible que te encuentres en la incómoda situación de salir del baño y no tener con qué secarte. Lo peor viene luego, cuando tienes que vestirte con la piel aún mojada.

3. El albornoz es perfecto para los niños. Los más pequeños son revoltosos por naturaleza y sus ganas de jugar crecen cuando están en el baño. Para poner un poco de cordura y hacer las cosas más fáciles es una muy buena opción que los niños usen albornoz en vez de toalla. Les resultará más difícil quitárselo y ganarás un poco de tiempo, algo que seguro que te vendrá muy bien para preparar el resto de la rutina.

4. Abriga más que una toalla. Es especialmente agradable ponerse el albornoz cuando te das una de esas duchas de invierno y no quieres salir del baño por el frío que hará fuera. La toalla te deja los hombros y el cuello descubiertos y no es tan calentita como el albornoz. Para el verano es igualmente positivo que el albornoz cubra más que la toalla: te secas antes.

5. Los albornoces pueden ser muy trendy. Hay albornoces que quitan el sentido de lo bonitos que pueden llegar a ser. Los hay de todos los patrones y de todos los colores, así que sólo tienes que elegir cuál se adapta más a tus gustos. El albornoz de la imagen no tiene nada que envidiar a un traje de raya diplomática en lo que a elegancia se refiere.

6. Para emergencias. Es totalmente habitual (a la vez que desagradable) que nadie llame por teléfono ni pique a nuestra puerta a no ser que nos dé por meternos en la ducha, cosas de la Ley de Murphy. Cuando eso pasa y tienes que salir como una centella, tener un albornoz a mano te va a ahorrar el tiempo de buscar la ropa y ponértela, y será más fácil que alcances esa llamada de última hora. Aparte, por qué no decirlo, recibir a alguien en albornoz queda un poco más elegante que si lo haces en toalla.

7. El albornoz puede ser tu bata. Quizás no seas una persona de tener bata, pero hay veces en las que el frío te puede hacer desearla. Así que para esos casos tienes el calentito albornoz. Útil para el baño y un buen aliado para el invierno.

Por todo esto el albornoz es una gran opción que deberías abrazar. Ya verás, te va hacer la vida diaria bastante más agradable.

Fuente: todoparatuhogar

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